Domestícame

Descripción:-

 

Si hubiera que elegir una mascota para Dialhogar, yo propondría al zorro del Principito. Aquel animal que, precisamente por saberse salvaje e incivilizado, añora el hogar y siente nostalgia de vínculos auténticos. ¿Recordáis el pasaje?:

 —Tú no eres de aquí —dijo el zorro— ¿qué buscas?

—Busco a los hombres —le respondió el principito—. ¿Qué significa “domesticar”?

—Los hombres —dijo el zorro— tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?

—No —dijo el principito—. Busco amigos. ¿Qué significa “domesticar”? —volvió a preguntar el principito.

—Es una cosa ya olvidada —dijo el zorro—, significa “crear vínculos… “

—¿Crear vínculos?

—Efectivamente, verás —dijo el zorro—. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo… Por favor… domestícame

—Bien quisiera —le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.

—Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!

Aprendemos muchas cosas de esta página admirable. En primer lugar, esta sustanciosa definición: domesticar es crear vínculos a través de ritos. O sea, llegar a las personas través de las cosas; modelar sus corazones asumiendo y cultivando, con paciencia y tesón, sus circunstancias y su mundo. Así son los auténticos ritos. Lo que les diferencia del mero formalismo social es su punto de partida: surgen en el momento que percibimos al otro en su singularidad irrepetible, y su ejercicio va afinando cada vez más esta intuición (si tú me domesticas… serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo).

 Ritos de esta clase abundan en el hogar y son los que le dan su forma característica. Al fin y al cabo ‘domesticar’ viene de domus, casa; y domesticar no es sino imprimir en un objeto cierta forma doméstica, integrándolo así en este microcosmos peculiar y convirtiéndolo en palabra de la familia y vínculo entre sus miembros.

 Todas las tareas domésticas presentan este carácter de rito eficaz, que transforma a las personas conociéndolas, ahondando día a día en su intimidad (solo se conocen bien las cosas que se domestican).

 La frase que abre el diálogo entre los dos personajes nos recuerda la historia del sabio Diógenes, que salió por las calles de Atenas, lámpara en mano, en busca de un hombre auténtico. Algo así ocurría con el Principito:

—Busco a los hombres —le respondió el principito—. ¿Qué significa “domesticar”?

En su misma pregunta latía la respuesta: A los hombres se los encuentra… domesticándolos.

Enviado por Pablo Pri.
@andarynadar

 

 

 

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